Nuestros caballos se crían, hasta que tengan al menos 4 años, libre en la manada. Casi siempre para el invierno, los separamos en la cuadra donde les enseñamos los cabezales, de estar amarados y les damos cuerda en el picadero chico. Como hasta ahí han vivido en la manada en una jerarquía natural, buscan muy rápido el contacto a las personas. Muy pronto pasan al picadero grande, donde conocen la montura y más tarde el jinete.
Al principio trabajan con una combinación de filete y cereton que se cambia por un hackemore (cabezal sin bocado, que trabaja sobre la nariz) en cuando conocen las primeras ayudas. Solo pasan poco tiempo en las cuadras y en cuando tienen la confianza suficiente, pasa al coral grande a vivir todos juntos. Ahora conocen los alrededores de la finca y en las salidas en grupo,s con caballos con experiencia, pierden el miedo a lo nuevo y cogen confianza en el jinete. En los montes desarrollan su equilibrio y musculatura. Es impresionante que rápido son confiados y tranquilos en cualquier situación – el fundamento a esto es la crianza en la manada y la confianza en otros caballos y el jinete.
Al menos un año les damos para su desarrollo en salidas cortas con jinetes aficionados. El caballo andaluz se desarrolla hasta los 7 años – si se busca un caballo sano y ambicioso para muchos años, hay que darles tiempo de jóvenes. Y cuando trabajan con ganas y son fuertes, los llevamos a la ruta de la playa o una ruta de 2 días, donde se pueden acostumbrar a corales nuevos y los viajes en los camiones. El tiempo que necesitan hasta que salgan a las rutas largas de Andalucía, depende de cada uno. Al principio a veces montados, a veces de reata, recogen experiencia y en medio siempre tienen temporadas de descanso en la finca.
También los caballos bien entrenados de las rutas tienen sus controles tras cada ruta, sus “vacaciones” cuando lo necesitan y cambian entra las rutas y los programas en la finca, que son mucho mas fáciles para ellos. En las largas distancias por campo difícil, tienen el poder, de adaptarse a cada nuevo jinete y tener una relación con el y esto es que los convierte en unos compañeros muy especiales. No solo el entrenamiento y la doma hacen un caballo de ruta, sino su flexibilidad en todo – por ejemplo se crían con agua mineral en la finca y en las rutas tienen diferente aguas todos los días y se adaptan a sitios nuevos cada noche. Caballos nuevos en las rutas muchas veces se ve bailar en las pausas, mientras que los “viejos” se relajan y descansan. También es impresionante como conocen los camiones – sobre todo tras el trabajo echo, ya en camino para la finca – y les falta tiempo para subir.
Algunos de estos caballos cambian su hogar, cuando un jinete se engancha con su nobleza, poder y corazón y se los lleva a casa. Por la cantidad grande de caballos, hay para cada gusto – del caballo tranquilo con mucha experiencia, hasta el potro juguetón con temperamento.
Nuestros viejos profesionales tienen tanta experiencia, que son los mejores maestros para nuestros clientes principiantes, que de momento les cogen confianza y pierden todo su miedo. Ellos ya no salen a las rutas largas, pero les gustan las salidas cortas por la finca y tienen su sitio en la manada, lo que los mantiene en forma hasta edades avanzadas. Muchas de las yeguas que han estado durante años en las rutas tenemos en la ganadería – sus potros son la mejor garantía para la futura generación de caballos nobles y duros en las rutas por Andalucía.